Para muchos de nosotros, desde pequeños, nuestra vida cristiana está unida a María. La Virgen, con un nombre particular, bajo una advocación concreta, es la patrona de muchos de nuestros pueblos, barrios y ciudades. Quienes nos iniciaron en la fe, nuestras madres, abuelas, etc.. nos enseñaron a acercarnos a ella, a rezar ante su imagen.
San Antonio me ha dado y sigue dándome confianza, esperanza, apoyo y fuerza en mis decisiones, en mi fe para seguir con la vida, capeando los temporales que trae.
Con mi pequeña labor hacia él, siento alegría, satisfacción de poder colaborar en una obra social, estando activa y en movimiento con paz.
La fe es una experiencia personal que tratamos de vivir de manera comunitaria, como comunidad cristiana, como Iglesia. Los caminos de la fe también son muy diferentes de unas personas a otras. Las propias experiencias que vivimos cada uno, nos marcan y condicionan también nuestro propio camino creyente.