Actualidad San José

San José

Es sabido y notorio que de san José nos informan muy poco los evangelistas. Prácticamente nada; se limitaron a informarnos sólo de forma superficial de dicho personaje y sus puntuales actuaciones familiares… no guardando ninguna frase suya.

Incluso cuando se relata la escena del extravío de Jesucristo en el templo de Jerusalén, es la virgen María la que toma la palabra, mientras él permanece mudo. Como un “convidado de piedra” …. actitud resulta inconcebible en una sociedad como la israelita, donde era el varón el que tenía la palabra. La historia nos dice, incluso, que la mujer israelita llamaba al marido “ba’al” ¬amo¬, o también “adon” ¬señor¬. Ciertamente no hay constancia fidedigna de que estuviese presente en ese acto o no.

Es de conocimiento general que Nazaret, población jamás mencionada en la Biblia, era una aldea ignota, sin ninguna entidad.  Por otro lado, si nos atenemos a los datos históricos de la época, se puede afirmar que san José no era un simple “carpintero” de una aldea desconocida, como la tradición nos lo presenta, sino ¬artesano¬ que realizaba trabajos especiales. De hecho, se sabe que la gran ciudad de Séforis, que incluso acuñaba moneda, se hallaba entonces en plena expansión urbanística, lo que con toda probabilidad una buena parte de sus trabajos se destinarían allí.

La historia echa por tierra la imagen idílica de la familia de Nazaret. El oficio de san José era considerado como una corporación especialmente erudita. Cuando se discutía una cuestión especialmente difícil, se tenía la costumbre de decir: “¿NO HAY ENTRE VOSOTROS ALGÚN ARTESANO, HIJO DE ARTESANO, PARA RESOLVER LA CUESTIÓN?"

Así pues, Jesús fue hijo de un artesano, y artesano él mismo con toda probabilidad. Jesús se desenvuelve, pues, en un ambiente familiar muy específico.
Otro de los temas que trata un artículo de la revista es el de la riqueza. Mucho se ha hablado ¬y se hablarᬠde la riqueza, en abstracto, con opiniones para todos los gustos.

Sin embargo, la tendencia de los hombres, de todos los tiempos y lugares, es tener más. Unos produciendo esa riqueza, y otros robándosela al vecino. Decía un célebre personaje histórico que las guerras “son una cuestión de dinero”. No se hace la guerra por motivos románticos, sino pragmáticos. Aplastamos al vecino porque ambicionamos lo que posee, y así nos paga tributos que nos permiten ser más ricos. Pragmatismo puro. La historia de la humanidad está plagada de ejemplos.

El pobre quiere ser rico, y el rico quiere ser mucho más rico, como decía la canción. Nadie se conforma con lo que tiene. Dice el refranero que tanto tienes, tantos vales. Un as tienes, un as vales, nos decía un célebre autor latino.

El principal problema de la riqueza es que algunos se sirven de ella, y otros la sirven. Unos la usan, y otros son esclavos de ella… Incluso hay algunos que realizan verdaderos equilibrios lingüísticos con respecto a las riquezas: EL SABIO NO AMA LAS RIQUEZAS, SIMPLEMENTE LAS PREFIERE A LA POBREZA; NO LAS ACOGE EN SU CORAZÓN, SINO EN SU CASA (Séneca).

El que posee dos túnicas… puede repartir. Y el que tiene dos pares de sandalias… puede repartir. Pero el que sólo tiene una túnica, o un par de sandalias… si reparte se queda descalzo y desnudo. Los evangelistas nos dicen que los primeros cristianos vendían todos sus bienes y los ponían a disposición de los apóstoles para su reparto entre los necesitados. Si lo meditamos con detenimiento vemos que, al vender todos sus bienes, se convertían, a su vez, en pobres y mendigos, engrosando con ello la legión de pobres y mendigos… subordinados a unos bienes con caducidad. ¿Arreglaban con ello el problema de los pobres de solemnidad que recibían regularmente limosnas de personas dadivosas, o por el contrario lo agudizaban?

El problema que conlleva la riqueza es la avaricia. Es la adoración de la riqueza. Es tener por tener, sin usarla ni consigo mismo.
Si con la riqueza se consigue el bienestar de muchos, entonces bienvenida sea. Y no se trata, pues, de dar limosnas, pues las limosnas crean un fenómeno social perverso llamado “clientelismo”, del que ya se servían los antiguos romanos ricos para, concediendo la limosna diaria ¬“espórtula”¬ a los pobres, compraban sus estómagos, sus vidas… y sus votos.

No es eso, sino que se trata de elevar el nivel social y económico de las personas necesitadas. No es dar un pez al hambriento, sino enseñarle a pescar facilitando los medios para ello. Se trata de que se gane él mismo, con dignidad, su pan de cada día. Así se ennoblece a las personas, y no se las humilla. Así las personas se ganan su autoestima.

No se trata de dar la limosna a jornaleros, no se trata de humillar a los humildes haciendo que vengan sumisos a comer en nuestra mano, sino de emplearlos en la finca para que se ganen honradamente su denario trabajando, y así se sientan dignificados, como nos dice la parábola evangélica.

Afirmar que UN RICO ES UN LADRÓN O HEREDERO DE LADRÓN, como se dice que calificó san Jerónimo, me parece un solemne desatino … propio de un pensamiento de aquel momento; como también lo que manifiesta san Basilio al respecto. Hay personas de un gran poder económico que se han hecho a sí mismas, a base de inteligencia y muchísimo sacrificio.

Todas las personas tienen “su oportunidad” …. Unos la aprovechan para labrarse su porvenir, y otros la dejan pasar… porque prefieren el ocio en su juventud. El cuento de la cigarra y la hormiga…

Para finalizar estas reflexiones me gustaría reproducir un texto de un artículo que, a mi entender, no creo que sea exacto. Dice así: YO SOY LA RESURRECCIÓN, EL QUE CREE EN MÍ, AUNQUE MUERA, VIVIRÁ, Y TODO EL QUE VIVE Y CREE EN MÍ, NO MORIRÁ JAMÁS…. Jesús es la resurrección Y LA VIDA, no sólo resurrección. Por otro lado, afirmar que el hombre no muere JAMÁS tampoco es exacto, pues es mortal desde que nace. El hombre que cree en Jesús NO MUERE ETERNAMENTE (para siempre), que no es lo mismo. Los que creemos en Jesús resucitaremos y viviremos la vida eterna gracias a él y con él. Esa vida será una vida que ya nos regala Jesús en este mundo: QUIEN COME MI CARNE Y BEBE MI SANGRE MORA EN MÍ Y YO EN ÉL, Y YO LE RESUCITARÉ EN EL ÚLTIMO DÍA (….) SI NO COMÉIS LA CARNE DEL HIJO DEL HOMBRE Y NO BEBÉIS SU SANGRE NO TENEIS VIDA EN VOSOTROS. Esa vida no es la natural, sino la eterna, espiritual y glorificada, como nos dice san Pablo, quien la entrevió en una visión suya:

Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo. Y conozco al tal hombre (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe), que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar.

Y aquí lo dejo, pues considero que no debo seguir extendiéndome más para no abusar de su paciencia.

Juan José.

 

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