Actualidad ¡Salve, Antonio venerado!

¡Salve, Antonio venerado!

San Antonio de Padua (1195- 13 junio-1231) es doctor de la Iglesia proclamado en la Carta Apostólica del Papa Pío XII «Exulta, Lusitania felix» (16 enero de 1946, “fiesta de los Protomártires Franciscanos, del año 1946, séptimo de nuestro Pontificado”). Quizás ésta sea la puerta de entrada más segura para conocer la figura de este santo que de modo tan fulminante subió a los altares, a merced del aura popular (30 de mayo de 1232, antes de cumplirse un año de su muerte). Los símbolos adheridos a la figura de san Antonio son tres: el lirio, el libro de los Evangelios, el Niño Jesús. El mismo Greco los tomó para su figura estilizada de San Antonio.

En este himno tomamos los tres símbolos para enunciarlos en la primera estrofa y glosarlos en las sucesivas.

Uno de los tres aspectos del carisma aquí descrito es su pasión y conocimiento de las santas Escritura. Gregorio IX (1227-1241), el Papa que lo canoniza, dijo de san Antonio de Padua que era «arca del Testamento, y archivo de las Sagradas Escrituras». En sus Sermones Dominicales y Festivos tiene este cúmulo de citas: 3.700, el Antiguo Testamento, y 2.400 el Nuevo Testamento. Destacamos, sobre todo, que la fascinación que ha ejercido san Antonio ha sido sencillamente por ser una irradiación de Cristo. A Él sea todo honor.


¡Salve, Antonio venerado
con el bello lirio blanco,
el libro del Evangelio
y el Niño Dios en los brazos!

El candor en ti rebosa
del corazón a los labios;
con alma pura penetras
la luz del Verbo Encarnado.

Sagrario de la Escritura,
eres, por el Verbo santo,
martillo de la mentira
y bálsamo de apenados.

A ti los pobres se acercan
buscando pan y milagros,
porque eres pobre y sencillo,
hermano entre los hermanos.

Cristo solo es tu prodigio,
tu ciencia y poder sagrado,
Cristo en tu fe y tu deleite,
Cristo en tus brazos mostrado.

¡Honor a Cristo bendito,
presente en su pueblo amado;
honor a Cristo en Antonio,
que en Cristo fue consumado! Amén.

Rufino María Grández

Amado Royo, corresponsal del Mensajero de san Antonio

Amado Royo, corresponsal del Mensajero de san Antonio

Hasta escribir estas líneas no he sido consciente de que en cierta manera siempre ha pasado o he tenido al lado a la orden franciscana en algún momento de la vida. Recuerdo de niño que en casa de mi abuela materna, Carmen, estaba el Mensajero de San Antonio, y me gustaba leer las historias para niños que traía y también que la imagen de San Antonio se pasaba de casa en casa en el pueblo.

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