Actualidad Unos minutos con Jesús Mari Bezunartea, colaborador de la revista

Unos minutos con Jesús Mari Bezunartea, colaborador de la revista

Mi familia, compuesta por ocho miembros: la abuela materna, mis padres y cinco hijos (dos mujeres y tres hombres). Ellos siempre estuvieron de acuerdo con mi vocación y, por supuesto, mis padres me apoyaron de todas las formas posibles y necesarias. Mi hermana, la que me sigue, también entró con las Hermanas de la Caridad de Santa Ana. Mis otros dos hermanos trabajaron unos años en el campo y luego emigraron a otras partes de Navarra y Aragón, donde pasaron la mayor parte de su vida laboral, hasta que ya en sus cincuentas volvieron a Isuerre, donde tuvieron diversos negocios de carácter industrial. 

Háblanos sobre tu vocación… y cómo decides entrar en la Orden Capuchina
Cuando ya había cumplido los diez años, un buen día del mes de abril, un fraile Capuchino, ya conocido por el ministerio que ejercía a veces en el pueblo, vino a la escuela y nos habló de la vida de los Capuchinos. Al final se atrevió a preguntar quiénes querían ser capuchinos y fue la ocasión en que yo sin dudarlo levanté la mano diciendo: yo. A pesar de mi diminuta figura, puesto que ya tenía los diez años, me dijo que por la tarde iría a mi casa a hacerme un examen. 

Ya en Agosto entré en el seminario seráfico de Alsasua, donde, a pesar de la distancia geográfica de mi familia, fui mi feliz. No tuve problemas de estudios ni de conducta, aunque no tuve premios ni en un área ni en otra; según me decían mis formadores, era un poco travieso, de forma que ni en el tercer año pude ser “hijo de María” como era casi obligatorio. Me gustaba poco el deporte pero sí actuar en las comedias los días de grandes fiestas del Seminario. A pesar de no tener Televisión ni radio, nos lo pasábamos muy bien: estudiar, rezar, jugar y caminar eran las actividades principales de aquella vida. Tengo un recuerdo muy bueno de mis formadores y de los frailes en general en aquellos años del seminario seráfico. 

El Noviciado no tenía muy buena fama en aquellos tiempos, pues era un año bastante duro. Mis tres penitencias fueron: el sueño, el frío y el hambre. El Maestro procuraba hacernos la vida lo más agradable posible para aquellos tiempos. Como ya había dejado de ser el niño travieso del seminario seráfico, no tuve ningún disgusto ni castigo mayor. Creo que gozaba de la simpatía del Maestro y hasta fui el portero (no de fútbol) sino del noviciado. En los últimos meses, viendo que los ayunos dejaban su huella en mi físico, me concedió algunas compensaciones alimenticias –meriendas- de vez en cuando.

¿Qué estudios cursaste?
Mis estudios comenzaron en el colegio de párvulos de las Hermanas Paulas de Uncastillo, Cinco Villas de Zaragoza, donde viví hasta los cuatro años. Luego en Isuerre, hasta los 10 fui a la escuela del pueblo, donde teníamos un salón para los niños con un maestro y otro para las niñas con una maestra.

Desde que entré al seminario seráfico seguí sin interrupción mis estudios de humanidades en Alsasua, de filosofía en Zaragoza, Noviciado en Sangüesa y Teología en Pamplona. Pasé a Filosofía a los 15 años y medio y allí comenzaron mis problemas con los estudios porque mi cabeza y mi edad no estaban condicionados todavía para la filosofía ni para las asignaturas de ciencias, que tuvimos que llevar entonces, Así que el primer año fue malo, acabé llorando en la oficina del director y con un par de suspensos; el tercer año ya remonté el vuelo y volví a mi nivel de los notables. 

Acabando los cuatro años de teología en Pamplona, sin mayores contratiempos, fuimos a Tudela para el año de Teología de Pastoral y los fines de semana me iba a Egea de los Caballeros a ayudar en el ministerio parroquial. Como primera experiencia de ministerio fuera de casa, fue muy enriquecedora para entrar en contacto con varios frentes pastorales: catequesis de niños, jóvenes, OFS, confesionario parroquial, trabajo como coadjutor y hacer amistades con bastante gente de la ciudad por razones de ministerio sobre todo.

Acabando el año de Pastoral me dieron mi destino para Filipinas, que es todo un capítulo de catorce años de mi juventud. Tuve que prender el inglés para el ministerio educacional en nuestras escuelas católicas y parroquial, y después el tagalog para el ministerio parroquial en provincia. Fueron años de muchas experiencias de distinta índole; de maduración en todas las áreas: personal, religiosa y sacerdotal, de capacitación ministerial y de adaptación cultural.  Empecé una carrera de Guidance and Counselling (Asesoría terapéutica) en la universidad de santo Tomas de Manila, pero a mitad de carrera me disgusté y la dejé por el ideal –que he mantenido hasta hoy- de dar prioridad a la evangelización. En consecuencia, tomé algunos cursos de pastoral en la universidad de los Jesuitas Ateneo de Manila.

Cuéntanos qué servicios has prestado en la Orden y dónde…
Siguiendo los estudios de teología y la ordenación, vino el año de Pastoral, de estudio en Tudela, de lunes a viernes, y de práctica en Egea de los Caballeros, Zaragoza, durante sábado y domingo. Allí me inicié en el trabajo de catequesis.

Antes de acabar el año recibí el destino para Filipinas, a donde llegué el día 3 de Julio, 1968. Un mundo nuevo ante mí: oriente, Asia, nueva cultura, comenzando a implantar la orden (creo que 14 años desde que se había iniciado el seminario seráfico), primeras ordenaciones de hermanos filipinos, etc. Fui enviado a la casa central en la ciudad Quezon City (contigua a la capital), donde durante medio año me dediqué al estudio del inglés, aunque ya ejercía el ministerio. 

Un par de meses en el seminario menor de Lipa, Batangas, practicando la lengua y vuelta a la capital Manila para estudiar el tagalog. Pronto se me acabó el gusto, pues al mes me pidieron pasar de nuevo a Quezon City, al colegio de Lourdes, donde a lo largo de siete años desempeñaría servicios en las oficinas de la economía, de la asesoría psicológica y enseñanza religiosa. Años de adaptación personal en lo religioso, humano y pastoral.  Después de estos años fui nombrado Párroco en esta misma fraternidad de la parroquia del mismo nombre; gracias a la ayuda de las comunidades neocatecumenales supe cómo orientar el trabajo pastoral en clave de evangelización. Después de tres años, pedí ejercer el ministerio en provincia para tener práctica del tagalog y se me dio la oportunidad de hacerlo en Tagaytay City. Muy bonita experiencia de vida parroquial rural, donde teníamos también los estudios de Filosofía y Teología de nuestros postnovicios. Y después de tres años fui destinado de nuevo a la parroquia de San Antonio en Manila, donde el ministerio sería bilingüe. Pero la obediencia se cruzó de por medio con el destino a México, a donde llegaría el día 10 de agosto de 1982, con el encargo de asistencia espiritual pastoral a las Hermanas Clarisas Capuchinas.

Después de tres años, tuve la oportunidad de ir a Roma y hacer la Licencia en Espiritualidad Franciscana, para seguir en la asistencia a las Hermanas Capuchinas otros 10 años. Mientras, asumí también el servicio de Maestro de novicios en un pueblo del Estado de México, Hueypoxtla, y después volví otros tres años a tiempo completo como asistente de la Capuchinas, para después ser nombrado Ministro Viceprovincial durante cuatro años (el primer año México era todavía Delegación General). De nuevo, asumí el servicio de Maestro de novicios (en La Piedad, Mich.) por dos años y medio, tomé un año sabático en España (2005-2006) y volví  a La Piedad de nuevo; después de un año fui destinado a la ciudad de México como párroco, donde ejercí este ministerio durante ocho años.

Siguió un nuevo ministerio y una nueva etapa de dos años en Dallas, como Director espiritual del Centro de Cursillos, ministerio muy enriquecedor al servicio de la iglesia latina en Texas. En el segundo año fui pensando mucho en la conveniencia de regresar a la Provincia de España y así fui destinado a Zaragoza en Julio del 2017, donde ayudo como coadjutor en la parroquia de San Francisco.

¿Cómo ves el presente de tu vida y de lo que te rodea? 
El presente de mi vida tiene sus luces y sombras. Después de 48 años en el extranjero se me hace bastante difícil adaptarme a este nuevo ambiente pastoral y cultural. Así que mi presente es de adaptación en todos los sentidos. La vida de la fraternidad es también muy diferente a la de México y el factor edad, tanto en la fraternidad como en la parroquia, es muy importante a la hora de adaptación y de programación.

Háblanos de tu faceta como escritor y del último libro que has publicado.
El primer proyecto escrito fue en Filipinas, en mis años de párroco en Tagaytay donde publiqué un catecismo sencillo en inglés y tagalog, con bastante aceptación en las parroquias de la zona. Ya en México, siendo Asistente de las Capuchinas, comencé en los años 90 mi labor publicitaria con un libro sobre la parábolas en clave de Lectio Divina; siguió otro sobre los Salmos y estando en La Piedad, los sacerdotes del Arciprestago –Foranía allá-  pensaron en renovar el catecismo para los novios y nos encargaron a tres sacerdotes el prepararlo; el trabajo principal recayó sobre mí, de manera que se publicó (en 2003) con mi nombre: Catecismo Básico para adultos, que hasta el presente ha tenido 8 ó 9 reediciones, que suman un total de unos 12,000 ejemplares.

Siendo maestro de novicios publiqué en la colección OPI la explicación de la Regla de san Francisco y siendo asistente de las Capuchinas la explicación de la Forma de Vida de Santa Clara, que lo he enviado a los franciscanos de Murcia para su publicación, aunque sin confirmación todavía.

Durante los últimos 12 años he publicado en diferentes editoriales (Dabar, San Pablo, Ed. Palabra) de México una docena de libros sobre temas diferentes, la mayoría en torno al Evangelio: Las Bienaventuranzas, Ser cristiano, Valores Evangélicos, El Matrimonio cristiano, Llamados a Evangelizar, El Sermón de la Montaña, He aquí el hombre. Jesús de Nazareth, etc.

El último ha sido aquí en España: Oraciones e Himnos de Santa Clara de Asís. Este librito lo tenía preparado en su mayor parte hace ya unos años y me animé a publicarlo con la oferta que se me hizo desde la Editorial Capuchinos de España, pues es un tema que no tiene tanto público fuera de la Orden. Pero es un tema inédito, que, aunque no está escrito desde el punto de vista crítico sino espiritual, creo que es muy importante para conocer la experiencia contemplativa de santa Clara. 


¿Qué opinas de la revista el Mensajero de San Antonio?
Esta revista tiene un lugar muy especial en el corazón de los devotos de san Antonio de Aragón y de la antigua provincia de Navarra-Cantabria-Aragón-Rioja. Ha sido como una dirección espiritual de nuestro pueblo cristiano, que le ha acompañado durante tantas décadas con 1008 números (unos 90 años). La prueba de su valor está en los años de vida que tiene y en los miles de suscriptores que ha tenido y sigue teniendo, exponente también de la fuerza espiritual de la devoción a San Antonio de Padua. A través de esta revista, los Capuchinos hemos caminado con nuestro pueblo cristiano; hemos acompañado y orientado sus inquietudes espirituales y los hemos guiado en la renovación postconciliar. Para mí ha sido un gusto y un privilegio el colaborar con mi tema mensual desde hace por lo menos 12 años.

Me pides un mensaje para nuestros suscriptores. Mi mensaje es que las generaciones de nuestros mayores vayan pasando esta herencia a las generaciones jóvenes, porque los capuchinos queremos acompañarles en este tiempo de cambio de ideas, de vivencias y de estructuras en la Iglesia, y orientarlos para que la riqueza espiritual del Evangelio siga iluminando sus vidas. San Antonio, el santo del pueblo, quiere hacerse presente en sus vidas a través de estos mensajes, que puntualmente llegan a su hogar, enriquecer espiritualmente y amenizar su vida con la alegría y el afecto fraterno franciscano.

Háblanos sobre los objetivos de tu colaboración mensual
En la actualidad mi colaboración está  orientada a enriquecer o inspirar la vida de nuestros lectores con la espiritualidad del evangelio. De hecho, los temas que vengo presentando desde el año pasado están inspirados en un libro que publiqué hace apenas dos años: Llamados a evangelizar.

¿Qué te gustaría decir y yo no te pregunté?
Que dentro de mi inquietud evangelizadora, que la llevo como principal desde los primeros años de mi ministerio sacerdotal, también he tenido la oportunidad de trabajar en los medios audiovisuales de comunicación (Radio y Tv) desde los años de mi presencia en La Piedad, hace unos 15 años. Lo curioso es que desde entonces, en mis ministerios posteriores, tanto en la ciudad de México como en Dallas, Texas, se me han ofrecido oportunidades, sin buscarlas expresamente, para trabajar en estos medios de radio y televisión. 

Quizá en España no hay tantas oportunidades por ahora, no sé por qué; pero en la actualidad yo sigo mandando dos programas semanales a México que se emiten por radio. Estos programas se suben a Youtube y el último, subido hace dos días, tiene ya 316 visitas. Con esto quiero decir que es un medio actual de evangelización del que tenemos que echar mano, ya que mucha gente que no viene a la iglesia, tienen aquí la oportunidad de escuchar la palabra de Dios y ser evangelizados. Creo que es un reto y una oportunidad que los capuchinos de España no podemos ignorar.

Gracias Jesús Mari...

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